domingo, 3 de diciembre de 2006

La virginidad y sus mitos






En pleno siglo XXI la castidad de una mujer sigue teniendo excesivo valor en diversas culturas, especialmente las latinas, llegando incluso a representar el honor de la familia; ¿de dónde proceden estas creencias y cuál es el peso que debemos darle?


En la región del Istmo de Tehuantepec, en el suroeste de la República Mexicana, en nuestros días es práctica común que el matrimonio cumpla en su inicio con un acto ritual: la demostración de la virginidad de la recién casada.


El punto culminante consiste en que el marido presente a su madre las pruebas del desfloramiento de su nueva esposa, es decir, le muestra la ropa íntima de ésta, una sábana o pañuelo blanco con rastros de sangre; la progenitora a su vez exhibe la prenda a los invitados a la fiesta de bodas como muestra de que su nuera llegó virgen al matrimonio y, por tanto, es una mujer con integridad moral digna del aprecio de la sociedad… pero de no ser virgen, sería repudiada.


Actos como el descrito son llevados a cabo en distintas regiones de todo el mundo, con las variantes que le imprime cada cultura del lugar que se trate. El hecho es hacer notar que la mujer virgen es el bien más preciado del marido, siendo la única prueba de inocencia y castidad su himen intacto, lo que además asegura que la mujer no está embarazada ni afectada por alguna enfermedad venérea.


Recordemos que el himen es una membrana elástica que bordea la pared vaginal, y que su nombre es el mismo que el del dios del matrimonio en la cultura griega, a quien se invocaba para que la vida conyugal fuera exitosa. Cuenta el mito que en ese entonces el régimen educativo enseñaba a las jóvenes a conservar a este dios para que no escapara, por ello tenían que evitar brincar y caminar apresuradamente y debían sentarse con las piernas cerradas, ya que si las abrían para recibir una penetración, la mencionada deidad se iba y no regresaba jamás.


El valor del himen se perpetuó durante siglos, y en todo ese tiempo se pensó que la única manera de romperlo era mediante la penetración del miembro viril, la cual provocaría dolor y sangrado a la mujer.


Actualmente sabemos que ese fino tejido también puede desgarrarse por otras razones, como excesivo flujo menstrual, fuerte caída o algún golpe que lesione la vulva (entrada de la vagina), roce de toallas higiénicas o tampones, o con un movimiento violento al abrir las piernas durante la práctica de algún deporte -gimnasia, tenis, natación, montar bicicleta o caballo, entre otros-.


La ausencia del himen, por tanto, no es un signo que demuestre o compruebe que una joven es virgen, como tampoco es cierto que su presencia intacta sea sinónimo de pureza, contrariamente a la creencia popular.




¿Hay manera de verificarlo?




La Medicina ha comprobado que hay mujeres que tienen relaciones sexuales y pueden conservar su himen íntegro, pues en ocasiones éste llega a ser tan flexible que permanece sin daño a pesar del coito. Ahora bien, algunas otras con tal de conservar la membrana virgen tienen prácticas sexuales en las que no hay penetración del órgano masculino, como sexo oral o anal.


Vale la pena aclarar que el himen se puede romper durante una exploración ginecológica, por la masturbación con inserción de dedos u objetos, o por caricias genitales con demasiada presión; se conocen casos de mujeres que llegan a nacen sin él.


Es así que no existe forma, incluso para un médico, de establecer con certeza si una mujer es virgen o no.


Las mismas razones por las que el himen puede desgarrarse son las que justifican el que no siempre haya sangrado durante la primera relación sexual. No obstante, la ausencia del vital líquido en la noche nupcial sigue provocando conflictos entre muchas parejas.


Por otra parte, si bien se considera que la primera penetración será causa de irremediable dolor, éste puede presentarse por dos causas: primero, el proceso de estiramiento que sufre la vagina y, segundo, ansiedad y nervios provocan que esta molestia sea mayor.


En algunas mujeres experimentar dolor en el primer coito se ve influenciado por su formación moral y religiosa, es decir, muchas chicas han sido educadas desde pequeñas para odiar el sexo, razón por la que no permiten ser tocadas, especialmente en las áreas íntimas. De manera que ante el encuentro sexual la tensión es tal que lo último que pasa por su mente es que éste va a ser placentero.




No todo está perdido




Si usted teme al dolor que pueda causarle la primera relación sexual, aunque no sea en la noche nupcial, tenga en cuenta que será muy importante contar con la suficiente lubricación vaginal, además de un método que puede poner en práctica algunos meses antes del encuentro amoroso, el cual le hará menos difícil el momento. Se trata de ejercitar los músculos vaginales, para dar firmeza y, al mismo tiempo, elasticidad a toda el área genital para el coito.


La técnica fue dada a conocer por el Dr. Arnold Kegel en 1950, y fue desarrollada para tonificar los músculos de la pelvis en las mujeres con incontinencia urinaria (falta de control sobre la vejiga que ocasiona la salida involuntaria de orina).


Para localizar los músculos referidos intente lo siguiente: al orinar, detenga el "chorro" de orina voluntariamente y luego continué; repita la acción 2 a 3 veces y podrá localizar esos músculos (que trabajan cuando usted frena el flujo); si adicionalmente contrae el ano, todos los músculos se fortalecerán.


Si lo anterior no funciona, inserte dos dedos en la vagina al momento de contraer, sin importar que no esté orinando; deberá sentir presión alrededor de los dedos por parte de los músculos señalados.


Los expertos indican realizar los ejercicios de contracción por espacio de 10 a 15 segundos, 15 a 20 veces por día, aunque algunos sugieren hacerlos hasta 50 a 100 veces por día. A manera de información le diremos que los ejercicios de Kegel están indicados para todas las mujeres, ya que además de ayudar a fortalecer toda el área genital también:




• Previenen la incontinencia urinaria.


• Agilizan el parto y los músculos vuelven a tonificarse con mayor facilidad.


• Facilitan el proceso para llegar al orgasmo, y éstos, según los sexólogos, son más intensos.




Finalmente, cabe destacar que en nuestros días la cirugía plástica permite la reconstrucción del himen mediante intervención quirúrgica bajo una técnica que recibe el nombre himenoplastía, la cual recobra la apariencia original de la membrana, como si nunca hubiera sido tocada.

El valor de la mujer en edad de casarse va mucho más allá de las cosas que aquí se han expuesto, y ello no debe ser motivo de polémicas, ¿no cree usted?

3 comentarios:

Ma. Fernanda dijo...

El hombre exige que la mujer sea virgen, pero acaso nosotras exigimos que ellos tambien sean virgenes.... claro que no, el que lo hace es el tipico machista, el cual esta inseguro de lo que tiene, de lo que da.

O sera miedo acaso a ser comparados por otros?.....

Habiamos de pedir lo mismo nosotras....pero somos mas buenas o mas p....ji,ji,ji,

En fin... asi son las cosas.

mavi dijo...

tengo 36 años,3 hijos con mi marido y una vida super infeliz porque no era virgen al conocerlo,me corneo con un monton y hasta me enfermo de gonorrea en nombre de esa p.. virginidad,sin hablar del maltrato socologico del que fui objeto,que tarada no?

Unknown dijo...

Yo llegue virgen al matrimonio y tuve 2 hijos con mi esposo la experiencia de haber llegado virgen al matrimonio fue hermosa y ya llevo 23 años de casada.