sábado, 23 de junio de 2007

Relaciones Complejas

La Suegra vs. la nuera....

¿Aliada o enemiga?, ¿una segunda madre o más bien una pesadilla?, ¿qué es su suegra para usted?. Se lo pregunto porque en torno a la figura de la suegra se han tejido taaaantos mitos y hasta chistes malintencionados, que es casi imposible escuchar un comentario positivo de este miembro de la familia. Pero, ¿será posible ser o tener una buena suegra, sobre todo cuando se vive bajo el mismo techo?

Si se quiere hacer un buen chiste, que casi seguramente será bien acogido; hablar de alguien con cierta connotación maléfica; o incluso, ejemplificar el paradigma de relaciones complejas, esencialmente invasivas (popularmente meterse en lo que no le importa o donde no le han llamado);... pues ahí está el personaje ideal: ¡La Suegra!

Pocos roles sociales son menos favorecidos y más censurados que el de suegra,... y observe que genéricamente me referí solamente al sexo femenino. Porque, paradojicamente, visto desde otra perspectiva, esta misma persona, este mismo ser humano, representa el posiblemente más altamente valorado roll social: El de madre. Tal vez injusticias de la opinión pública y la sabiduría popular con el género masculino, pero ser suegro no es tan malo y ser padre no es tan bueno.

De nuevo y sin prejuicios de género, ¿quiere complicar un poco más las cosas, y favorecer menos aún a las suegras? bien, hablemos de la madre del miembro masculino de la pareja, es decir la mamá del varón,... y más aún si es hijo único o preferido o sobreprotegido, aquel que voluntaria o involuntariamente aún está unido a su progenitora por un “invisible cordón umbilical de acero”, y que es expresión de aquellas relaciones que, según la literatura psicoanalítica, tienen un cierto sabor edípico.

Llegado a este punto, entonces no queda más remedio que introducir un nuevo personaje, la aparente víctima de la maldad de la suegra, la aparentemente frágil y angelical pareja del hijo de la señora de referencia: La nuera.

Si usted dice suegra se está refiriendo a un concepto desdeñable,... pocos piensan en muchas mujeres que han sido mucho mejores seres humanos para con sus nueras que lo que fueron sus verdaderas madres.

Y esto nos conduce hacia un interesante concepto, el prejuicio, que como su connotación semántica indica, es una pre-valoración, una conclusión anticipada de lo que se nos está diciendo. ¡Lo mismo ocurre con la suegra!, no es sólo un inamovible estereotipo, sino que presupone un juicio de valor ¡en negativo!:

-¿Vas a vivir con tu suegra...?, ¡te embarcaste!
-¿Vas a vivir con la madre tuya,...?, ¡te salvaste!

Aunque podemos seguir en un regodeo conceptual —al polemizar que la aborrecible suegra es la progenitora de nuestra encantadora pareja y que la adorable autora de nuestros días es, a su vez, la suegra (tal vez percibida como terrible) de aquella,...— preferimos volver al más cotidiano dilema de suegra vs. nuera.

Para poder continuar y comprender con más claridad el tema que nos ocupa, hablemos brevemente de un personaje clave en esta historia, de quien apenas hemos hablado y quien ocupa una posición que la literatura especializada ha dado en denominar la posición “sándwich” por estar en el centro de dos fuerzas: Se trata del “hijo de su mamá” y, al mismo tiempo, “la pareja de su pareja”,... es tal vez la “manzana de la discordia” quien en muchas ocasiones, en muchos sentidos, directa o indirectamente, deviene en catalizador de los conflictos suegra-nuera.

El hijo de su mamá, por lo general conoce bien los aspectos críticos, conflictivos de ella, sabe que es muy invasiva en su vida personal, que con frecuencia es una censora implacable de todo lo que no encaja en sus esquemas —¡y por lo general hay muchas cosas que no encajan!—, que a veces es tan matraquillosa que llega a marear a quienes le rodean, que no para de pelear,... pero que al mismo tiempo es una “gallina defendiendo a sus polluelos”, que se desvive por complacer a los suyos —en especial a su hijito del alma— aunque no pierda ocasión de recordar cuanto se desvive y ¡lo mal que le pagan,... cuando ella merecería algo mejor!.

Por lo general a él mismo se le hace difícil la convivencia con su mamá, con quien polemiza bastante y se suceden a menudo episodios desagradables entre ambos....

Pero, aunque este es uno de las casos más frecuentes, no siempre ocurre así, en ocasiones se trata de madres muy “sufridas”, que afrontan la vida de forma casi martirológica, en unos casos con un constante lamentarse y en otros con un estoico pero no menos reprobador silencio.

En cualquiera de estos y muchos otros probables casos en que pueden combinarse características descritas, estaríamos en presencia de complejas relaciones madre-hijo, que devienen fértil terreno para los más severos aún conflictos suegra-nuera,... ¡aunque a su vez ello no quiere decir que esté exenta de complejos lazos afectivos!.

Veamos ahora a la otra protagonista del conflicto y hagámoslo desde una óptica limpia y transparente —¡que no siempre es así!— se trata de una mujer honestamente enamorada del hijo de mamá, una muchacha con “impulso”, que con frecuencia anhela su independencia, la “suya”, a veces hastiada y saturada de lo mucho que la controlan y limitan en su propio hogar de origen, con el afán también posesivo sobre su pareja que casi siempre tienen los jóvenes y sobre todo con nuevas ideas, nuevos puntos de vista revolucionarios de cómo “deben ser” las cosas y el consecuente impulso para imponer sus criterios.

¿Cuál es entonces el asunto?

Que cuando estas dos fuerzas colisionan, el impacto resulta ser violento, que puede ser atenuado, amortiguado o ¡incrementado! por el elemento común, que está en el medio, que tiene un complejo doble estatus de hijo de su mamá y pareja de su pareja.

Por supuesto, el impacto no es el mismo cuando la relación es desde afuera a cuando implica la convivencia cotidiana, en un mismo espacio físico, bajo un mismo techo, ¡con una sola cocina o un solo baño!, porque como reza un viejo aforismo que conocí: “hay flores que de lejos huelen y de cerca hieden”.

Y es precisamente en el contexto de la convivencia donde más compleja se hace la relación suegra-nuera: Desde el punto de vista de la suegra, pocas mujeres —tal vez, si acaso, un clon de ella misma 20 años más joven— están hechas a la medida de su hijo, unas porque son unas “cochinas” que todo lo dejan sucio o regado o porque apenas se ocupan —¡como solamente lo sabe hacer ella!— de que su hijo tenga la ropa limpia, al día; porque son unas “vagas”; porque son mal educadas, porque no son cariñosas,... o por cualquier otra razón emergente que siempre aparecerá.

En consecuencia se arrogan los derechos —“¡al fin y al cabo esta es mi casa!”— de invadir constantemente la vida de la joven pareja para indicarle —¡claro que por su bien!— a la nuera cómo debe hacer las cosas pues así es como le gustan a SU hijo; de censurar velada o abiertamente todo, o casi todo, lo que ella hace; de hablar con otros sobre la mala suerte que ha tenido su hijo y hacer un ostentoso silencio cuando aquella se acerca —claro “doble mensaje” que era de ella de quien se hablaba, una especie de “era de ti pero no contigo—; pero sobre el envenenar al hijo, “dejándole caer” la mala selección que hizo, ostentando su pesar y aflicción por lo mucho que han cambiado las cosas desde que "esa mujer" —¡una de las más lapidarias expresiones!— entró en la casa,... y en ocasiones hasta resaltando a una nuera anterior supuestamente ideal, aunque con aquella se hubieran tenido también severos conflictos.

Podría continuar ejemplificando, pero es preferible quedarse aquí por tratarse de algunas de las más frecuentes críticas a la suegra, que con mucha frecuencia —con razón o sin ella— estigmatizan y consolidan los estereotipos y prejuicios alrededor de esta figura.

Pero, y ahora le toca al abogado del diablo, ¿es tan indefensa la nuera?

Es posible, es cierto, que esta esté en posición desventajosa, pues como quiera que sea ella es una extraña que entra a un sistema que con sus virtudes y defectos lleva largos períodos de tiempo funcionando así, y sus miembros, cada cual a su manera, están acostumbrados a ello —¡aún reconociendo y hasta desaprobando sus imperfecciones!—. Por eso, la llegada de la nuera al hogar produce eso que en la literatura especializada ha dado en llamarse “ruido en el sistema”,... afortunadamente todos los sistemas tienden al restablecimiento del equilibrio, a la asimilación de nuevas influencias, y entonces, progresivamente, los ruidos se atenúan hasta casi desaparecer,... aunque en algunos casos el nuevo elemento deviene, por una razón u otra, muy incompatible con el funcionamiento del sistema en su conjunto o con algún elemento en particular, y entonces los ruidos se agudizan y llegan a comprometer el funcionamiento del sistema a mediano o largo plazo.

Es en este sentido que las nueras pueden contribuir a agudizar los conflictos, sobre todo cuando llegan ellas mismas con una actitud colonizadora del nuevo hogar, con la clara intención de cambiarlo todo acorde a sus propios criterios y puntos de vista, olvidando la vigencia del conocido refrán de la sabiduría popular de que allí donde fueres, haz lo que vieres...

De esta manera, cuando intenta violentar las normas y tradiciones de la familia de su pareja, con quien convive, produce importantes fricciones en dicha convivencia pues se acentúa la visión de ella como intrusa invasora, más aún ante los ojos de la suegra. Sobre todo porque si hasta ahora ésta era la “dueña y señora del hogar”, ahora ve amenazado un estatus que —para ser justos, incluso habiendo vivido ella misma historias similares cuando le tocaba el roll de nuera— mucho trabajo le ha costado alcanzar y mantener, sintiendo que tiene la razón de su parte; ello la impulsará a “repeler al extraño”, con lo que el clima familiar se enrarecerá mucho más.

Es frecuente, entonces, como contra-respuesta que la nuera asuma comportamientos y actitudes que lo que hacen es añadir más leña al fuego entre las que podemos señalar algunas expresiones típicas:

-El levantarse de la mesa.

-No recoger los platos y ni siquiera intentar fregar.

-El apenas tratar a la suegra y cuando lo hace es de forma distante y despectiva, en tanto hace ostentación de afecto y alegría —risas evidentemente forzadas— cuando se comunica —personalmente o ¡por teléfono!— con otras personas, en especial su propia progenitora.

-El poner constantes quejas a su pareja por la actitud de la señora para con ella, ¡sobre todo cuando él no está presente!,... en lo que puede haber mucho de verdad y mucho de manipulación.

Como resulta lógico suponer, esto pone al hombre, a la manzana de la discordia, en el centro de una seria situación conflictiva que recibe, por ambas partes, un cúmulo de quejas, de recriminaciones y reproches —no siempre justificados— por tomar partido con la otra parte y —sobre todo— por ser tan ¡débil!.

Tan incómoda, y por lo general ambigua, situación irrita al hombre, quien al no saber con certeza —¿¡es acaso posible!?— dónde está la razón y debatirse entre dos muy importantes —aunque también conflictivas— fuentes de afecto para él, llega a asumir actitudes injustas con una o ambas de las mujeres implicadas. —Tal vez las más importantes mujeres en su vida, si no tiene hijas— a quienes puede llegar a lastimar o —¡peor aún!— decepcionar.

Cuando esto ocurre, sus relaciones humanas y afectivas con ellas se ven muy laceradas al producirse predisposiciones en que él mismo se convierte en un importante facilitador y potenciador del conflicto.

¡Vamos a bajarle el fuego a la caldera! hemos tratado las situaciones más dramáticas,... Pero podríamos hablar también de aquellos contextos deseables en que se “eliminó el ruido del sistema” y suegra-nuera llegaron a constituir un buen equipo, en que todas las partes en juego obraron inteligentemente y lograron no sólo una “suficientemente buena” convivencia, sino que conformaron importantes lazos sentimentales en torno a una persona muy querida por ambas,... ¿no sería esto lo deseable?


Y tu que opinas?, anda dime……..

miércoles, 20 de junio de 2007

Descripción. . .


Las palabras resultan mágicas, cada persona tiene un significado propio y único para cada sonido. Algunos coincidimos y logramos comunicarnos con signos muy similares.

Describir la percepción de algo tangible se vuelve toda una odisea, sobre todo si el receptor de tal información no tiene la menor idea de lo que se intenta comunicar.
Imaginen lo que resulta cuando la descripción es de una persona, a la que solo se conoce por sus escritos, sus ideas plasmadas en algunas frases.

¿Notan acaso por dónde va la siguiente pregunta?

Cada blog es, de cierta manera, el espejo de su autor…



¿Qué refleja este espejo?

martes, 12 de junio de 2007

Sera cierto?


Sera cierto que los hombres las prefieren tontas?


Dicen que los hombres buscan mujeres tradicionales que les esperan en casa con las pantuflas y el plato servido. Dicen que la inteligencia no riñe con nada, pero en el caso de algunas mujeres, parece estar tremendamente enemistada con el amor.


No es que piense que las mujeres son menos inteligentes que los hombres, sino que en ocasiones cuando sale a relucir el feminismo, la actitud con el sexo opuesto no es la más adecuada y actuan un poco torpe.

“¿Qué es ser inteligente y qué es ser tonta?, ser inteligente es no mostrar armas, no sacar las uñas. Sobre todo a nivel de relaciones interpersonales.

Las mujeres inteligentes son aquellas a las cuales no se les nota la gana, las que no retan a la pareja”.

“Las tontas son todas las demás, las que deciden asumir el feminismo con una actitud revanchista. Y que finalmente deben conformarse a contar telarañas en el techo y quedarse absolutamente solas”.


Mantener la humildad y bajar la guardia, no significa que estan dejándose manipular, sino aceptar que al final del día, siempre esperamos que alguien esté a nuestro lado para que nos ame y nos escuche.

Muchos hombres piensan que las mujeres no son tontas, sino que muchas de ellas llevan un caparazón y en algunas ocasiones eso no las deja pensar ni expresar sus sentimientos con claridad.


Segun estudios realizados cuanto más lista es una mujer más decrecen sus posibilidades de encontrar pareja estable, mientras que para el hombre ocurre al revés.

¿La razón? Aseguran que los hombres las prefieren débiles y que, por ende, las mentes privilegiadas lo tienen difícil para pasar por el altar, pues los hombres se quedan con féminas menos inteligentes que ellos.


Además, está comprobado, que si bien las damas de alto coeficiente intelectual son inteligentes para sus carreras profesionales, también tienden a ser inestables sentimentalmente y muy exigentes con sus parejas.


Según el informe, la posibilidad de contraer matrimonio en el caso de los varones aumenta en un 35 por ciento por cada 16 puntos de más que tengan en su cociente intelectual.

En el caso de las féminas ocurre al contrario. "Las prefieren 'barbies' y tontas, mujeres florero, que cumplan su función de perfecta ama de casa y no les creen complejo de inferioridad".

Para ellas, 16 puntos más en su coeficiente intelectual suponen 40 por ciento más de posibilidades de quedarse solteras.


Pero eso no es todo. A la hora de quedarse solteras, también influiría que algunas mujeres le dan prioridad a su carrera profesional sobre la vida sentimental.

De acuerdo con el reporte, las mujeres que carecen de un grado universitario tienen más fácil el camino para enamorar a un hombre preparado.


De todas maneras, la tendencia crece por momentos y cada día es más normal ver a profesionales eligiendo como compañeras sentimentales a jovencitas sin preparación, mientras que las altas ejecutivas sobradamente preparadas se quedan solteras por el simple hecho de priorizar en un momento dado su carrera profesional.


A la hora de casarse

Se pone de manifiesto una realidad cada vez más patente: "los hombres prefieren casarse con sus secretarias antes que con sus jefas o incluso sus compañeras de trabajo".

Así mismo, un estudio psicológico afirmaba la misma teoría: "las mujeres menos preparadas profesionalmente lo tienen más fácil a la hora de dar el sí. Además y por no se sabe qué extrañas creencias de las mentes masculinas, ellos están convencidos de que una camarera les será más fiel que una abogada o una analista.


Por supuesto si entramos en el terreno de la seguridad en sí mismas las aguas se convierten en más que pantanosas.


Ante la más mínima actitud, los hombres creen que ellas adoptan actitudes amenazantes y altivas, por lo que las que ostenten puestos de poder y se sientan orgullosas de ello, ya se pueden ir olvidando de conseguir una cita con pretensiones de algo más.

Tambien hay quienes afirman.... "La culpa también es de las mujeres, que a partir de los 30 años, dejan de encontrar atractivos e interesantes a casi todos los hombres".


De acuerdo con el citado estudio, la mujer ideal del siglo XXI ya no enamorará con la mente. Aseguran que, se ha retrocedido al siglo pasado y las mujeres tendrán que conquistar al estilo de las abuelas, es decir por medio de la cocina, el hogar y hasta la servidumbre hacia los hombres.


Dice el reporte que esto se explica, en parte, porque el hombre no quiere sentirse acomplejado frente a mujeres que se han convertido en 'superwomans'.


Este término describiría a mujeres que están tan capacitadas (o más) que los hombres, que tienen tantos estudios universitarios (o más) que ellos, que están en su mismo nivel profesional, que a veces ganan más dinero por su trabajo y que son cabeza de familia.


Una teoría que, de ser cierta, echaría por tierra años de trabajos de las mujeres de las décadas recientes.


Y ustedes que opinan?

lunes, 4 de junio de 2007

Compañeros y amantes


En un alto porcentaje, las crisis en la relación de pareja se presentan por la escasa importancia que hombres y mujeres le otorgan a la integración mutua, al conocerse bien e interesarse por el otro.
Muchos hombres están convencidos que la buena mujer es aquella que se preocupa bastante de la casa, de los hijos, de tenerle la ropa limpia y planchada, el almuerzo en el momento justo y, por cierto, estar siempre dispuesta a tener sesiones de sexo.
A la vez, hay mujeres que consideran que el hombre ideal es aquel que ayuda en el hogar, coopera en la atención de los niños, no tiene amigos con quienes salir de juerga y no le gusta mucho el futbol. Ah, y que tenga capacidades amatorias extraordinarias.
Pero esas apreciaciones caen en el rango de las aspiraciones o deseos egoístas, porque las personas no están pensando en la otra cuando buscan esos "ideales", sino en sí mismas.
"Esto es lo que yo quiero y me merezco", pareciera ser el principio básico de muchos hombres y mujeres que exigen a más no poder a su pareja, para que se ajuste a ese modelo que han creado en su juventud o primeros años de edad adulta.

Incompatibilidad

La justificación de algunas parejas para separarse es que no existe compatibilidad entre ellos, pero el argumento se desmorona cuando los sicólogos, terapeutas u otros profesionales comienzan a preguntarles respecto de lo que desea su compañero o compañera.

Conocerse


Lo fundamental para que todo funcione bien es que la pareja se conozca bien, que se integre en un proceso que sea grato y pleno para ambos.
Se trata de que ambos consigan su realización, no de manera egoísta sino -también- pensando en lo que la otra persona desea.
Están juntos porque anhelan construir algo, de lo contrario sería mejor estar separados y verse solamente de vez en cuando, como en la etapa del pololeo.
El descubrirse, acompañarse, comprenderse, jugar, tener complicidad sensual y sexual, buscarse, interesarse en la otra persona y tener sueños juntos.
"Esas aparecen como las claves para ser buenos amantes".
Si se avanza por la integración, el deseo de compartir y lograr metas afines, la plenitud sexual llegará sin ningún esfuerzo y ambos podrán calificarse como buenos amantes.

Buscar otra persona

Se dice que los hombres son mucho más infieles que las mujeres, y eso pasa porque estamos en una sociedad machista, en donde los varones se consideran mejores, si tienen más de una mujer.
En el caso de ellas, "buscan a otra persona, como una forma de suplir la falta de amor, eso que su pareja no le entrega. Va en busca de cariño, para sentirse vital y como una mujer plena".
Confirma entonces que, "el mejor amante no es sólo el que es bueno en la cama, sino que el que da cariño, apoyo y afecto. Y eso es válido tanto para el hombre como para la mujer".
El buen amante es aquel que con sus miradas seduce a la mujer que se le ponga enfrente. Es aquel que sirve para alivianar los problemas emocionales que pueden ocurrir después de una agotada jornada de trabajo, o incluso después de una tensa pelea con la pareja.
En general todos estamos capacitados para ser buenos amantes. Ahora, lo interesante para muchas parejas es que cuando ellos no están pasando un buen momento en su relación, deben de jugar a serlo (amantes), ya que eso le da un carácter de erotismo ayudando a que se recupere la relación.