martes, 29 de mayo de 2007

Tu primera vez



La primera vez es una asunto muy importante, los jóvenes actualmente llegan a este momento tan importante de sus vidas sin ideas reales de lo que implica, esto es debido a la gran desinformación que aun existe sobre el tema, para los chicos, la primera vez deben ser unos súper hombres capaces de satisfacer a la mujer con quien lo hagan, y trataran de hacerlo con la más guapa, o, en la mayoría de los casos con la más fácil, hay porcentajes muy altos que indican que la primera vez de ellos casi nunca es con su novia, recurren a amigas, mujeres maduras que los buscan o a prostitutas, de hecho este ultimo renglón es el que mas puntuación lleva.

Muchos de ellos lo viven como una experiencia traumante, pero en su condición de hombres deben tratar de esconderlo, y es que esa primera vez es todo nervios y sensaciones, es cuando se rompen numerosos tabúes sociales, familiares y religiosos.

El 99% de las ocasiones, la primera vez sale mal, algo falla, por nervios, por temor o por falta de experiencia.

Después de la primera vez queda el premio de poder presumir a los amigos... algo que es realmente absurdo, porque no estamos en una competencia y esto no es algo en lo que debas llevar prisa.

Para ellas también resulta traumante, quizá aun mas, porque es difícil echar por tierra años y años de sermones relativos a la virginidad y al matrimonio, además nunca están seguras 100% de nada y corren el riesgo de ser engañadas, la mayoría de ellas lo hace por amor, pero en muchas ocasiones este es un amor que ellos planean y fingen para conseguir su objetivo, así de cruel resulta, al final ellas terminan sintiéndose mal y con una gran dolor interno y externo, pero también hay los casos en que lo hacen (atención) por rebeldía, por estar en contra de algo y creer que al hacerlo van a causarle daño a alguien, esto no esta mas lejos de la realidad, como el suicida que cree que quitándose la vida va a perjudicar a los demás, no hay algo mas absurdo, porque al final la única que sale perdiendo es ella.

La primera vez es algo muy importante que no se debe tomar a la ligera y sea cual sea el caso no debe hacerse por presión de tu pareja, de tus amigos o de nadie, es una decisión importante y de como sea tu primera vez se va a definir toda tu vida sexual en el futuro, si es una experiencia dolorosa y traumante es difícil que después lo veas como es y si resultas defraudado(a) entonces será mucho peor, aunado a esto, existen las infinitas posibilidades de que todo salga aun peor, una enfermedad venérea, un embarazo no deseado... en fin.

La primera vez debe ser una decisión que no te cause ninguna confusión, debes tener total seguridad que es el momento y la persona adecuada, que no te va a arrepentir después, que no tendrás problemas contigo mismo(a) o con los demás y que vas a tomar tus precauciones, si lo has decidido entonces no te forces a hacer un gran papel, solo disfruta el momento, que todo es natural, si decides no hacerlo, debes ser firme en tu convicción y no dejarte derrotar por ningún argumento, a fin de cuentas es tu cuerpo y tu vida y nadie puede influir en el si no eres tú, así que no te dejes llevar.

Ahora cuentame.......... Como fue tu primera vez?????

martes, 22 de mayo de 2007

Los ecos de la red

Un deseo concedido.

Escucha y comenta, Pasó con su madre...

En compañía de tu madre ¿has tenido contacto visual y seguido una mirada?

O... ¿te han mirado asi?

jueves, 17 de mayo de 2007

Tus seres queridos

Había una vez un lugar desierto en el que no existían espejos. Nadie había inventado un espejo, básicamente porque nadie se había visto reflejado en nada, jamás.
Lo único que hacía suponer que la propia cara no era como la cara que tenías enfrente era lo que observabas cuando mirabas las caras de los demás. Algunas eran parecidas, pero la mayoría no. Podías suponer que tu cara era parecida a alguna de las demás, o muy diferente, pero no podías saber exactamente cuánto.
Los mayores no hablaban de eso, porque no les importaba. Diferencias o igualdades, todo daba lo mismo. Pero no daba lo mismo si te enamorabas, pues quería decir que había algo en esa cara que era especial, o algo en esa persona que hacía que su cara fuera especial para ti.
Y tampoco daba lo mismo si la persona de quien te habías enamorado escogía a otro. Ahí sí que descubrías con toda la fuerza que alguna razón en tu aspecto había hecho que prefirieran a otra persona; o, quizás, alguna razón en su aspecto lo hacía mejor ante los ojos de la persona que amabas.
Y pensabas cosas como: ¡Oh, ojos! ¡Si tan sólo ella no tuviera ojos! ¡O si ninguno los tuviéramos! Cuánto más felices seríamos todos.
Porque pensabas que si todos cerraban los ojos desaparecía la razón por la que no habías sido escogido. Esto no es cierto pues todos sabemos que los ojos no son lo único con lo que escogemos, ni los ojos ven todo de una persona.
Pero el dolor de esa pérdida te llevaba a preguntarte qué habrían visto en esa persona. Te preguntabas: ¿cuál es el misterio que se esconde en su imagen? ¿Cuál es el misterio que le falta a la mía?
Podías sentarte con un buen amigo y preguntarle cómo era tu rostro. Lo mejor era sentarse con un amigo, y que un tercero comparara los dos rostros.
Tus ojos son más pequeños. Tus ojos son más claros. Tu cabello es más oscuro arriba. Tus dientes se ven aún cuando cierras la boca.
Y así podías hacerte una idea de cómo era tu rostro, pues no había lagos, ni pequeños charcos de agua, y sólo conseguías beber cortando el fruto de una planta muy jugosa, que quién sabe de dónde conseguía humedad.
Y no había espejos.
No había un solo espejo en todo ese terruño, de modo que lo que tú creyeras, sobre cómo era tu imagen, dependía de la paciencia y la bondad de los demás.
Demorabas mucho en saber si alguien te había mentido, hasta encontrar a otros que te daban una versión sobre tu propia imagen que no era ni buena ni mala, sino que coincidía entre ellos. Y así suponías que debía ser cierta.
No había nada más valioso que encontrar a alguien que no te mintiera sobre cómo era tu imagen.
Esos eran tus seres queridos.

viernes, 11 de mayo de 2007

Cama, sueño y cosas


Muchas parejas una vez separadas, nunca más se vuelven a ver, otras mantienen unas relaciones frías y distantes, cargadas de resentimiento, otras se odian y convierten cada encuentro en una batalla sin tregua ni armisticio. Después de compartir cama, sueños y muchas cosas con otra persona durante cinco, quince o más años, la ruptura definitiva y angustiosa no beneficia a nadie y perjudica a todos. Más, cuando en la mayoría existen niños de por medio que, a pesar de las diferencias entre el hombre y la mujer, siguen siendo tan hijos del uno como del otro. Salvo que la separación se produzca por causas extremas, llevarse bien con el "ex" tiene muchas ventajas, no hay que dividir entre dos una parte de la vida, ni renunciar a los buenos recuerdos -porque la mitad sean del otro-, ni pedir a los amigos comunes que elijan "uno u otro", ni amargarles la vida a los niños.

Está comprobado que los padres divorciados que fomentan una buena comunicación entre ellos, permiten una mejor adaptación a sus hijos, y eso implica menores pérdidas para todos los involucrados. Es bueno recordar las cualidades de esa persona con la cual hemos convivido y respetar la relación de los hijos con él. Muchas mujeres tratan de vengarse y alejar a sus hijos de sus padres, lo cual es muy perjudicial.

Cuando la pareja de padres divorciados se lleva bien, pueden decidir entre los dos todo lo relacionado con los hijos, estar disponibles para cualquier cosa que tenga que ver con ellos, desde asistir a las reuniones de padres en el colegio hasta llevarlos al médico.

Muchas madres, por el bien de sus hijos, se sobreponen al sentimiento de rencor causado por el olvido. De esta forma, no son sólo los niños los que salen ganando, sino también los miembros de la pareja. La mujer se siente apoyada y respaldada en su tarea de madre, porque así como hacen falta dos para traer un hijo al mundo, también son necesarios dos para criarlos.

Las buenas relaciones con el "ex" permiten que la mujer se reserve una parcela de su tiempo para rehacer su vida. Por otro lado, al hombre le permite sentirse parte importante en la vida de sus hijos y no quedar totalmente "excluido".

Amor, sexo y convivencia.

El amor, el sexo y la convivencia son tres elementos puntuales del matrimonio, cada uno de ellos también se puede dar por separado. Al disolverse el matrimonio, no siempre se pierden estos elementos.

El sexo parece ser un fuerte nexo de unión, además de una adecuada comunicación como divorciados. Suele suceder con más frecuencia de lo que imaginamos, muchas parejas descubrieron el sexo juntos, maduraron sexualmente en la misma cama, sigue existiendo entre ellos la "piel", la "química", que es difícil de borrar y a veces de dominar. El divorcio activa angustias de separación muy primitivas que llevan a la pareja a retener de forma ambivalente al otro, y es a través de las relaciones sexuales donde algunas parejas pueden aliviar su ansiedad y temor a quedarse solos.

Las normas sociales y la fidelidad hacia un nuevo compañero pueden suprimir el deseo, aunque muchas veces no lo consiguen, circunstancia que impide rehacer nuevamente la vida. Aunque se tenga nueva pareja, no se involucran completamente por no haber podido "cerrar" el capítulo con el o la "ex". No se consolida la nueva relación cuando uno no ha roto con su pasado.

En oportunidades, hemos observado que algunas personas temen enfrentarse al reto de explorar una situación desconocida, y se autosabotean amarrándose a su relación anterior.

La inseguridad es una de las principales razones por las cuales el ser humano se aferra a lo ya conocido, aunque no le convenga, le haga infeliz o ponga en riesgo su futuro. Lo desconocido asusta, muchas personas se quedan con la primera relación porque creen que es lo único a lo que pueden aspirar, lo único que se merecen, cerrando con esta actitud las puertas para una mayor expansión personal.

Es muy importante, que piensen en el porvenir, suyo, de sus hijos, de su actual pareja, de su ex, de su entorno y tome una decisión de una sola vía. Nos parece insostenible mantener su status. Tarde o temprano, de prolongar su situación actual, éste le llevará a rupturas aún más dramáticas que las que vividas y que ya han superado.

sábado, 5 de mayo de 2007

Sexo o amor?

Un día vas paseando tranquilamente por la playa, cuando de repente tropiezas con una vieja botella de cristal. La recoges, y al agitarla un poco para quitarle la arena… brrrmmmmm… aparece un genio de ella. Pero no es un genio como los de Disney, de esos que te permiten elegir tres deseos… no. Se trata de un genio malvado, que te obliga a, irremediablemente, tomar una de estas 2 alternativas:

1) Vivir el resto de tu vida sin ningún tipo de contacto sexual, ni siquiera el producido por uno mismo. Un escudo invisible te impedirá siquiera intentarlo. No obstante seguirías sintiendo el deseo. Deseo que no podrías “sofocar” jamás.

2) Vivir el resto de tu vida sin ningún tipo de relación amorosa. Tus padres te seguirán queriendo, tendrás amigos… pero ninguna persona te amará como pareja.
Este blog es la playa. El artículo la vieja botella de cristal. Y yo soy el genio malvado. Ya me han liberado y no pueden echarse atrás. Ahora tienen obligatoriamente que responder… ¿que descartan de su vida? ¿el sexo o el amor?

Sabiduria popular

Una vez oí a alguien decir lo siguiente:

Las mujeres suelen pensarse bastante con quién comparten su cama una primera noche. Los hombres menos.

Los hombres suelen pensarse bastante con quién comparten su cama una segunda noche. Las mujeres no tanto.

viernes, 4 de mayo de 2007

Juego de espejos




Relaciones tormentosas.



Todas las relaciones las tenemos merecidas. No como castigo sino que el otro con quien nos encontramos es un espejo que nos devuelve la naturaleza de la madera de la que está hecha nuestra alma. De modo que aún en esas relaciones tormentosas, esas que nos rompen el corazón, hay mucho que aprender. Y así como no se aprende en ausencia, tampoco se deja atrás lo que primero no se ha vivido intensamente.

Recordemos que lo que no se aprende se repite y por eso si huimos de una relación tormentosa sin vivirla intensamente y sin aprender lo que tiene que enseñarnos, seguramente en un tiempo volveremos a encontrarnos en el mismo lugar, pero sufriendo aún más. El amor no es algo que elegimos sino algo que nos elige.

Es una experiencia que siempre acontece, que sucede de muchas maneras, pero lo único que no debemos dejar que ocurra es que sea una experiencia inútil. Desde que el mundo es mundo, los seres humanos se enamoran pero no como accidente sino como una experiencia ineludible. Existir es coexistir, y el otro en el amor es un espejo donde vemos reflejado algo de nosotros mismos que ignoramos.

De este modo las relaciones afectivas nacen para que cada cual pueda hallar a través de ellas el sentido de su existencia. Existen muchas preguntas que uno puede hacerse sobre el amor, pero hay tres que inquietan de modo permanente. La primera es casi una cuestión filosófica: ¿Qué es el amor? La segunda es más psicológica: ¿A quien amamos cuando amamos? La tercera existencial: ¿Por qué si el amor nos hace sufrir tanto, seguimos insistiendo en estar enamorados?.

Aunque no muy conscientemente el alma se enfrenta de un modo u otro a estos interrogantes y a lo largo de su historia se da algún tipo de respuestas, la mayoría surgen por boca de otros: lo que papá y mamá nos enseñaron a creer. Sin embargo, los seres humanos debemos poder ser capaces de aprender a hallar nuestras propias respuestas, libres de las creencias que conducen a no poder vivir el amor que la vida generosamente nos otorga.

Porque la vida siempre proporciona a cada paso del camino de nuestra existencia, la posibilidad de hallar en una esquina inesperada una esperanza nueva encarnada en alguien del cual nos enamoramos. En este proceso de derribar los muros que limitan la experiencia amorosa, el primer paso consiste en reenfocar nuestra mirada sobre el amor y comenzar a ver las relaciones (no como un camino heroico que se debe transitar) sino como un recorrido alquímico que se ofrece para ser vivido. Es decir, sacudir y arrojar fuera del alma el circuito de condena, la idea imaginaria de que un amor que no sufre no vale y entregarnos al placer, al disfrute y al goce de un encuentro relajado, alegre y espontáneo.

La adicción al sufrimiento, tan frecuente en las relaciones humanas, sigue una dirección contraria al amor, ya que éste no anhela el padecer. Sin embargo hemos incorporado la imagen de que el amor es un proceso doliente y desesperado que desgarra cada una de nuestras fibras, y entonces un amor que no se sufre parece no ser amor o no valer lo suficiente.

Toda relación es como un juego de imanes: hay algo que nos atrae. Y esto que nos atrae es una cualidad invisible a los ojos pero que se siente en las vísceras, la piel y el corazón. La unidad de los contrarios es una ley del universo que también se aplica a las relaciones humanas. Es esta mágica conjunción de antagonismos lo que hace que los vínculos avancen, que puedan enfrentar los conflictos como algo natural.

Cuesta aceptar que lo que busco afuera, en una relación amorosa, yace en mi sombra, y que la busco porque ya está en mí y porque es lo que necesito para poder alcanzar cierta completud. De manera que en todo vínculo afectivo, las relaciones opuestas cuentan no como lo que separa, sino más bien como lo que une.

En este juego de luces y sombras radica el auténtico sentido de un encuentro o de un viaje por el tiempo que sea y del modo que se pueda, en compañía de alguien a quien se ama y que nos ama: ser maestro, enseñarnos algo de nosotros mismos que desconocemos. A esto es a lo que hace honor Borges cuando dice: "Todo encuentro casual, una cita"..

Hay muchos tipos de relaciones. Algunas son como tifones devastadores; hay otras que como grandes olas sacuden violentamente nuestra nave haciéndonos perder el equilibrio si no estamos bien plantados sobre ella; hay relaciones que como fuertes corrientes marinas nos llevan a lugares insospechados; hay relaciones que son como un mar sereno donde cada cual puede mecerse sin inquietud, en paz y tranquilidad; hay relaciones huracanadas plenas de pasión, cuyos vientos hacen sentir profundamente la fuerza de la naturaleza.

Hay muchos modos en los cuales hombres y mujeres vivimos nuestros amores, pero independientemente de la forma que adquieran o de las máscaras con que se recubran, todos nos enseñan que la vida da siempre la energía para engendrar y crecer, para sembrar y cosechar, para consumir y almacenar, para terminar y comenzar de nuevo, ya que nada la vida nos ofrece que no podamos enfrentar. Aprender a confiar en la vida da la certeza de que nuestras relaciones son acordes a lo que el alma espera y sabe que tiene que aprender.