domingo, 27 de abril de 2008

Hay amores. . .


¡Ay, mi bien!,

que no haría yo por tí,

por tenerte un segundo,

alejados del mundo y cerquita de mí.


¡Ay, mi bien!,

como el río Magdalena,

que se funde en la arena del mar,

quiero fundirme en tí.


Hay amores, que se vuelven resistentes a los daños,

como el vino que mejora con los años,

así crece lo que siento yo por tí.


Hay amores que parece que se acaban y florecen,

y en las noches del otoño reverdecen,

tal como el amor que siento yo por tí.

Yo por tí, por tí, como el amor que siento yo por tí.


Hay amores, que se esperan al invierno y florecen,

y en las noches del otoño reverdecen,

tal como el amor que siento yo por tí.


¡Ay, mi bien!, no te olvides del mar,

que en las noches me ha visto llorar,

tantos recuerdos de tí.


¡Ay, mi bien!, no te olvides del día,

que separó a tu vida, de la pobre vida, que me tocó vivir.