jueves, 8 de febrero de 2007

Que razón tenias

Que razón tenias papa, cuando me dijiste que a mi edad aun no estaba preparado para controlar mi vida, que era yo muy joven, que esperara un poco mas de tiempo y luego tu mismo me ayudarías a independizarme, y sin embargo, preferí no escucharte, te deje con la palabra en la boca, y me fui de la casa, según yo, a comerme el mundo a rebanadas, repetiste una y otra vez que tu y mi mama solo querían lo mejor para mi, y que sus regaños no eran por desamor, trataste de explicarme que la comprensión, no significaba darme siempre la razón, y a pesar de ello, en muchas ocasiones preferiste ceder, y callar, con esa actitud conciliadora que adoptaban, con tal de que yo no cumpliera mis constantes amenas, mientras yo los acusaba, de ser los peores padres.
Que razón tenias, cuando te acercaste a mi y me suplicaste que viviera conforme a mi edad, porque la juventud es como un suspiro del alma, y cuando nos damos cuenta, los años nos llevan ventaja, me suplicaste que no abandonara la escuela porque de ello dependería gran parte de mi vida en el futuro, -no cometas el mismo error que yo hijo, -me dijiste en aquella ocasión, -y sin embargo mi respuesta fue tajante, -¿tu que sabes de eso?,-lo que pasa es que tu ya estas viejo, ¡no se como no te cansas de estarme dando sermones!, -fue por eso que solo llegue hasta la secundaria.
Recuerdo que mi madre me sentó cariñosamente en sus piernas, y me hablo de las mujeres, me explico que una relación de pareja va más allá de la atracción física y la pasión, platico como se conocieron y la manera en que la conquistaste, de la forma en que se ama a los hijos, del respeto por la esposa y el cariño con el que se le debe tratar. ¡Y ya ves papa!, apenas cumplí la mayoría de edad y me tuve que casar por esa falta de responsabilidad.
Que razón tenias, cuando antes de marcharme de la casa, intentaste detenerme y con lagrimas en los ojos me aclaraste, -algún día tu también serás papa, y me vas a entender hijo, -y en pago en eso te mire fijamente a los ojos y te dije, -yo si seré un buen padre, a mis hijos no los voy a estar fastidiando tanto, dejare que sean lo que ellos quieran y que sean felices, -en un tono más soberbio arremetí, -¡Yo voy a ser mejor que ustedes!.
Me aconsejaste que pasara lo que pasara, viviera como viviera, nunca me humillara ante los demás, porque la dignidad no se vende, no se pierde, y hasta la libertad tiene sus limites, y apenas me sentí libre, aproveche para emborracharme con mis amigos hasta desfallecer, desperté tirado en una calle sucio, mal oliente, me atreví a pedir limosna y ante la desesperación se me hizo fácil robar. Aunque me advertiste que el enemigo no estaba en casa, sino en las calles, disfrazado de falsos amigos, absurdos placeres y dinero manchado.
Que razón tenias papa, cuando me adelantaste que si abandonaba el hogar, mi madre moriría de pena y tristeza, ¿y yo que hice?, me burle de ti, te aclare que si eso sucedía seria por tu culpa, por la vida tan estricta que nos dabas, por tus exigencias y tu concepto de la disciplina y la responsabilidad, porque cuando llegabas a la casa hacías llorar a mi madre con tus ridículos obsequios, cuanto tiempo tarde en comprender que esas lagrimas, eran de alegría, y no de dolor o tristeza.
Un día me tomaste entre tus brazos y me dijiste muy quedito al oído esas cosas, que aun guardo en mi corazón, -ojala nunca crecieras hijo mió, ojala siempre fueras mi pequeñito y yo siguiera siendo tu héroe para toda la vida, imaginar que siempre tendrás 6 años, -pero ya ves papa, hoy me arrepiento de todas esas palabras contra ti, de mis actos que tanto te dañaron, de tantas noches que te tuve a ti y a mama en vela por no llegar de la fiesta, de las mentiras mal armadas con tal de no escuchar tus sabios consejos, de recordar como te humillaste varias veces frente a mi, con tal de que yo tuviera esa falsa razón, de pisotear tu dignidad con mis gritos y reclamos, de cientos y cientos de reproches en contra de ese cariño incondicional.
Mírame ahora papa, sentado en una sala de hospital, lleno de angustia, esperando noticias sobre la salud de mi hijo, ese, al que yo iba a educar, mejor que tu a mi, si, también el se sintió grande, a pesar de mis consejos decidió no escucharme y hacer su propia vida como lo hice yo, le pido a Dios que me ayude y a ti mi gran héroe de siempre, que ojala me hayas perdonado todo, me costo mucho tiempo, dolor y sufrimiento, pero después de tantos años, logre entender que por fin, te ame papa, más de lo que yo creía.
¡Que razón tenias papa!.

1 comentario:

Tu.incondicional dijo...

Huuuuy de estos conozco algunos, no pocos...